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Sale una luna nefasta

Daniel Patrick Welch comenta sobre la qualidad surrealista de la vida en los EU durante la temporada de las elecciones. Con la guerra en Irak tomando casi ningún papel en el debate sobre las elecciones, Welch teme que los votantes estadounidenses se han sido totalmente trastornados de la realidad, y se pregunta si hay algún escape de la crisis actual.

9/04

“Veo salir la luna nefasta / Veo problemas que se avecinan. 
Veo terremotos y relámpagos / Veo malos tiempos hoy. 
No salgas esta noche / Mira que te juegas la vida, 
mira que está saliendo una luna nefasta.”

--Credence Clearwater Revival 

¿Entonces que haría un estadounidense pensante? Las metáforas de Alicia en el país de las maravillas ya no son suficientes. El término “Mundo Bizarro” es demasiado cómico y “Transpórtame, Scotty” demasiado optimista. De perdido los hombres buenos y las mujeres buenas del Enterprise tuvieron a dónde transportarse. ¡Ay! En el pantano de expertos, del petróleo y del dinero que es los EU, parece que verdaderamente no hay escape.

La temporada de “las elecciones” continúa implacablemente. Los corredores de caballos pueden acudir, como han estado haciendo a la velocidad de un cuarto de un millón cada día, al sitio electoral-vote.com, un sitio que pone las últimas encuestas estatales en un mapa electoral. Es el único análisis que tiene cualquier “sentido”, si tal vocabulario todavía esté válido en el ambiente actual. El voto popular general no significa nada, como Al Gore y Sam Tilden atestiguará. Las encuestas que predicarían un resultado son las que refleja la farsa heredada y la del ganador que se lo lleva todo que pasa como la democracia en el proceso de la selección lamentable de los Estados Unidos. Y como las encuestas de estado por estado son históricamente de fiabilidad discutible, el leer la buenaventura en las hojas sea una apuesta mejor. 

Entonces así va. La peor administración en la historia de los EU está lista para evitar la paliza que cualquier democracia popular verdadera le diera, mientras se arremolina el polvo y la manada de la prensa se lanza en alegatos en represalia sobre el último gran fracaso imperial de los Estados Unidos. Quizá la obsesión con el poder vietnamita es buena señal, sólo si tuviera un poco de fundamento, o hasta si alguien fingiera que cualquier lección aprendida tuviera que ver con el fracaso imperial actual. A lo mejor las minucias de la masacre actual en Irak será central para alguna sangría financiada por las corporaciones llamada como una elección dentro de una generación. Sin embargo, para ahora la obsesión para la guerra de los candidatos está en el pasado. El gorila de quinientas libras llamada Irak, ahora en primer plano, apenas se registra en la lista de los diez “problemas” principales.

Las elites políticas estadounidenses parecen que no pueden entender una crisis de estas proporciones. Casi es como si el horror sin decir que revela en Irak es tan intolerable que los caballeros prefieren discutir cosas más pequeñas, como un inquilino insista en llevarse el vestido del domingo cuando viene el alguacil a desalojar. Pero sí vendrá, y el imperio de los EU se dejará encuerado y sin hogar en su peor humillación hasta ahora. Es una realidad espantosa y aleccionador que los estadounidenses casi no tienen ni idea de que tan aislados somos. Si no está en la tele, por supuesto, entonces no existe, a pesar de lo que ve el resto del mundo. Este autoengaño peligroso es parejo con otro: que el deshacerse de las capas más altas del gobierno de la junta proto-fascista ahora en poder separará de algún modo el chocolate de la leche.

Todo el mundo ha mirado la colusión de la “oposición” sobre los últimos años pasados. Deja poco simpatía para un partido que trata a girar su propio debilidad en un papel como el primer víctima del régimen de Bush en vez de como su colaborador más servicial—un poco como Austria después del Anschluss. A la izquierda le gustaría muchísimo creer que Kerry puede continuar en su curso actual, con un guiño del ojo, y después de algún modo gobernar de un mandato para que nunca hiciera una campaña. El resultado más probable, por supuesto, es que perderá. Mientras el síndrome de Vietnam se burla de los rojillos debiluchos que tienen miedo de perder una guerra imperial; el síndrome de Dukakis se ha sido el palo para los candidatos que no se defienden.

Como casi siempre es la verdad en el análisis político de la corriente dominante, la irrisión no hace mello. El pecado de Dukakis no fue de que no igualó a Lee Atwater insulto por insulto. Este mal análisis es lo que nos trae a la bancarrota política actual en el mundo de sombras extrañas e inquietantes de galones que no son medallas y máquinas de escribir que producen con precoz. En la versión machista, Kerry se defiende, acosando a su opositor con “¡Ándale! Aquí te espero”. Pregúntale a John McCain y los republicanos del Carolina del Sur que tan fácil es ir en contra de la máquina de sordidez de George Bush. En la versión histórica sin editar, Kerry cae en la misma trampa que Dukakis. No importa ser un héroe de la guerra o tener fotos suyas en un tanque de combate. Después del desastre de los años de Reagan, Dukakis y su partido fallaron de oponer la esencia del Reaganismo, y trató de sustituir “buenos trabajos con buenos sueldos” con un programa verdadero para hacer retroceder los estragos de los dos períodos del Gran Comunicador.

Ahora, con el régimen actual contra las cuerdas en casi todos los campos del empeño humano, Kerry es como un boxeador con nada a que agarrar. Está difícil responsabilizar a Bush del delito internacional de una guerra ilegal que apoyó, especialmente cuando insiste en continuar a defender una de las ideas peores de la historia de la humanidad. En lo que es la agenda domestica de Bush, las cosas están adrede enredadas de nuevo cuando no necesitan. Quienquiera sea presidente se siente arriba de una población penitenciaria de más de dos millones, una velocidad inconcebible de encarcelamiento y una de las más altas del mundo. Bush no los encarceló a todos. La política de comercio ha empobrecido a trabajadores y ha hecho crecer las bolsas corporativas en una carrera criminal al fondo estimulada por ambos partidos. Y la adicción de dos partidos a la guerra que drena cada centavo disponible de cualquier otra prioridad... ¿debo seguir la onda?

Y parece que hay un brillante porvenir en el encarcelar a los alborotadores. La práctica del Comité Nacional Republicano (el CNR) con “Guantánamo en el río Hudson”, donde el CNR al parecer arrendaron el embarcadero 57 contaminado que fue usado posteriormente por el NYPD (el distrito policial de Nueva York) como una tanque, es mala señal para todos los demás. Si pueden crear suficientes delincuentes de delitos graves, pueden robar el voto de todos los demás, no solamente hombres negros encarcelados. Mientras el apartheid estadounidense muta y supone nuevos formas, los que no quieren reconocerlo arriesgan hacerse sus víctimas como está claro como los transeúntes en las redes anaranjadas de la fuerza pública de Nueva York.

Es una habilidad necesaria y una extranjera a la mayoría de los estadounidenses, de saber cuando se envuelve. Un atolladero y las arenas movedizas compete con las redes anaranjadas nuevas para las metáforas sobre el envolverse, pero ninguno completamente captura el desastre que es Irak. Sydney Blumenthal rebatió recientemente la otra analogía favorita, Vietnam, en una pieza convincente discutiendo que los EU se enfrenta a una situación mucho más grave que Vietnam. Ron Jacobs urge el movimiento a oponer la guerra, no solamente a Bush. Justin Hugler, Patrick Cockburn, Robert Fiske—reportes verdaderos existen, si a uno le gustara buscarlos—siguen advirtiendo de la pesadilla en curso que son la guerra en Irak y la ocupación.

Entre toda esta desesperanza, ofrezco con cuidado un análisis que, aunque no completamente irónico, pueden ser de doble filo lo menos. Es lo mejor que puedo hacer antes de que Scotty me transporte. Escritores anti-guerras desde Cockburn hasta Jensen y Jacobs y otros describe un movimiento anti-guerra desorganizado, y no hay duda que tienen razón. Pero ayuda el reexaminar algunos de los éxitos que le hemos arrancado a la bestia que es un imperio. Jacobs señala que sería una tontería el pensar que cualquier movimiento podría “forzar la mano de Washington a retirarse de Irak y Afganistán antes del día de la toma de posesión del presidente de los EU de 2005”. Pero el parar la guerra totalmente era una tarea igualmente de enormes proporciones. En vez de andar deprimido, debemos tomar el mérito para el alejamiento y aislamiento que puso los EU en su aprieto actual.

Sin la movilización masiva global, se hubiera coaccionado a Turquía para ser la sede del frente norteño. Claro, no paró a Aznar y Berlusconi. Pero Aznar ahora es historia, y la alza general que alimentó el movimiento también se puede reconocer por erradicar a Vajpayee y mantener a Chávez en poder. En total, nuestro logro más grande pudiera hacer sido el desenmascarar de la bestia. Metido en camisa de once varas, no había una hoja de higo de “cooperación” internacional que se podría usar para justificar la última conquista imperial. Los EU no están “ganando” en Irak, como dice Bush, pero están perdiendo mal en casi cualquier medida. Otra derrota despacio y ignominiosa puede ser precisamente la patada que el imperio necesita para hacerles entrar en razón.

Y lo mejor de todo, el genio no se puede empujar de nuevo en la botella. No hay farsa neo-liberal, ni pendejadas “internacionalistas progresivas” que puede convencer el mundo que no han visto lo que han visto. Puede ser que el gran hermano ha desafiado la suerte, y la libertad para decir que 2 + 2 = 4 todavía puede salir. No le hace quien gane, el estertor de la muerte del imperio estadounidense puede estar sonando.

Claro que en última instancia, la gente estadounidense tendrá que decidir—o se fuerzan a decidir—en contra del imperio. Y eso sí le dispone de nuevo a uno en la realidad si nada más lo haga. El caos y la ambivalencia de la mente estadounidense se pueda encapsular por una mirada alrededor de Times Square, solamente a tiro de piedra (metafóricamente hablando, Sr. Bloomberg—¡no me arreste!) de donde los majes de la maldad tuvieron su asamblea reciente. Muchos manifestantes les levantó el ánimo por la vista del “costo de la guerra en Irak” haciendo tictac los mil millones en una cartelera enorme patrocinado por el Centro para el Progreso Estadounidense.

Pero claro, las carteleras enormes no cuentan por mucho en Times Square. Esta, en particular, estaba metida entre una foto de Sean “Puffy” Combs, usando su saludo falso del Black Power para vender su línea de ropa Sean John, y una foto enorme de Kimora Lee Simmons pregonando los tenis de Baby Phat de la misma diva desnuda. “Baby Phat puede definir diva”, como dice la cartelera, “pero ¡caray! la desnudez vende”. Oiga, le puedo ignorar a P. Diddy, pero un culo tan grande distrae hasta el anti-guerrero más curtido. A la vuelta de la esquina, B2K comerciaba el baile espectacular de “You got served” por una cartelera en el Polo Sur promocionando algunas combinaciones de las palabras auténtico, urbano y genuino que ya no puedo reconocer. Bajo de ellos, una compañía hipotecaria había sido el proxeneta de los dueños con pelucas de la corte de los antepasados de los bailadores de arriba. Washington, Jefferson y la banda ilustraban el punto de American Mortgage (la compañía hipotecaria): “Nuestros antepasados no vinieron a rentar—pregúntale a cualquier indio”. Bueno, yo agregué la última parte, pero ¿cómo no lo hagas? El resto es de verdad, los desechos eróticos y confusos del capitalismo del Times Square de los EU. ¿Hay algún escape? Scotty...¿Scotty? ¿Dónde estás?

© 2004 Daniel Patrick Welch. Permiso de reimpresión concedido con mérito y enlace a danielpwelch.com. Traducido por Karla M. Garcia-Segura

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El escritor, cantante, lingüista, y activista Daniel Patrick Welch vive y escribe en Salem, Massachussets, con su esposa, Julia Nambalirwa-Lugudde. Juntos tienen The Greenhouse School (la escuela del invernadero). Algunos artículos se han transmitido en la radio, y las traducciones están disponibles en hasta veinte idiomas. Se agradezcan los enlaces al sitio del web a danielpwelch.com.