Próspero para el negocio, nocivo para el
pueblo
(6/04)
Es curioso. Ya había visto esto anteriormente-Me refiero a que no hay nada realmente nuevo para alguien que haya prestado mucha atención en los últimos años. Y aun así, lloré. Quizás es la desprogramación de lo que hemos visto consecutivamente, con un enfoque de decencia por un breve instante de brillantes, y mas allá de una dócil y peligrosamente inepta prensa estadounidense. Quizás es solamente el oxigeno que viaja hacia los estímulos que tantos de nosotros hemos mantenido guardados…todas esas ráfaga de corajes, tristezas y vergüenzas que van floreciendo en nuestra conciencia de un solo golpe.
Mi corriente de pensamiento en respuesta a la nueva película de Michael Moore me recuerda a una de esas esponjas disecadas que pones en agua y en unas horas se ha convertido en un pez, un sapo o una palma diez veces su tamaño original. O quizás como el abrir un archivo, descomprimiendo un millón de documentos guardados a la vez. Mi cerebro casi explota de tanto enojo guardado, comenzando con el desastre de las elecciones en la Florida: asuntos que ya yo conocía detalladamente antes de que Moore los desenterrara nuevamente de la superficie trayendo un desbordamiento.
De hecho, tan pronto llegamos a casa mi esposa y yo empezamos a rebuscar en las viejas carpetas de mensajes electrónicos archivados, mensajes de enorme importancia como para ser arrojados a la basura y a la vez muy aterradores para afrontar con regularidad. Este es el poder potencial de la película Fahrenheit 9/11: el despertar de la legítima e inevitable cólera en contra de la maquina de guerra, las mentiras y los videos fabricados. Por supuesto que mucha gente estará expuesta a realidades desconocidas (para ellos) o de los aspectos de la crisis actual y que no habían tomado en consideración. Pero más que eso, sospecho que será el despertar y reconocer un persistente sentimiento de que algo anda terriblemente mal en este país, sentimientos que han sido albergados interiormente pero que no han sido expresados debido al miedo.
En otras palabras, lo que Moore ha hecho es sacar la verdad a flote. Mientras nos íbamos del cine, había un grupo de jóvenes aspirantes a periodistas esperándonos para conocer nuestras impresiones sobre la película. Un joven que se encontraba frente a nosotros fue un poco evasivo y simplemente contesto que se trataba de cosas que ya el sabia pero que a lo mejor la gente ya iba a despertar. Mientras nos íbamos uno de nuestros acompañantes le reconoció de la secundaria."¿Oye, no es él fulano de tal? Su papa murió en el ejército, no es verdad? Y acaba de regresar de cuatro años en el ejercito".
Este es el nivel de trascendencia que nos es familiar y a la vez sorpresivo. Si actualmente hasta los republicanos circulan de izquierda a derecha en ese barco hundido que es la administración de Bush, es de saber entonces que la deserción va más allá. Aun así es gratificante ver que el descontento sobre cómo se encuentran las cosas afecta a un gran número de gente, desde los soldados en Irak hasta los desempleados en Michigan y otros lugares.
Yo por supuesto ya iba desconfiado, como de costumbre, pensando que iba a terminar odiando algo tan prestado a las predicciones y la publicidad. Pero me sorprendí grandemente de cómo me conmovió esta película. Y sí, Moore utilizó sus viejos recursos y tácticas desaliñadas, con su método de emboscar a sus objetivos y presentarse como un fracaso, que después de todo va solamente en busca de la verdad. Pero es muy divertido ver a los congresistas escaparse de él como cucarachas bajo el sol mientras intenta enlistar en el ejército a los hijos de estos congresistas en una conmovedora escena pues le acompaña un infante de marina que prefiere ir a prisión antes que regresar a Irak a matar otra pobre gente.
De hecho, uno de los temas más educativos en la película, cuando Moore meticulosamente sigue a una madre de un militar quien antes se proclamaba una demócrata conservadora, es al igual una de las escenas más conmovedoras, probablemente porque Moore evíta hacer uso de sus instintos de teatro guerrilllero y permíte que la trama transcurra por sí sola. Al explotar la dramática escena de esta madre que lee la última carta de su hijo antes de morir, podría parecer como si ésto fuera el repertorio de Moore, pero hubo muchos ojos llorosos en el cine, incluyendo los míos.
Podría ser un poco vergonzoso para los espectadores astutos estadounidenses el hallarse más enfocados y quizás más conmovidos por la difícil situación de esta madre que por las escenas anteriores de los iraquíes civiles muertos. Moore sin duda crea un resonar de duelo de los padres en cada país, la quejumbrosa madre en Irak aclamando a Alá y diciendo "¿Qué hizo él? ¿Por qué tuvo que morir?", de la misma forma la madre de Michael Pederson aclama a Jesucristo, pidiéndole ayuda y preguntando "¿Por qué se lo llevaron? "El era un buen chico".
Este brillante paralelismo lleva a la transformación que Moore aparentemente espera que los espectadores en Estados Unidos se sientan identificados.: percibiendo a esta madre destrozada por el dolor luego de una confrontación con un idiota sin cerebro que la acusa de escenificar la muerte de su hijo en una demostración en contra de la guerra frente a la casa blanca. Con sentimientos de furia y culpabilidad, ella se lamenta y señala que "la gente cree que sabe pero no sabe." Yo creía saber, pero no se." Luego sus piernas caen mientras llora con el dolor de una madre:"Necesito a mi hijo." Mientras la cámara investigadora de Moore sigue grabando indefensa, distante y paralizada por el mismo entendimiento.
Es la emoción y el despertar de la parálisis del público estadounidense lo que podría ser la meta principal y el resultado de esta película. Aun con su aspecto de grandeza y organización. Casi quema ver la cara roja e hinchada de Jim Baker en Florida en el año 2000, el grasiento deslice del poder, los beneficios que les brinda la muerte y la guerra y que motivan a estos bastardos, el total desprecio por los niños de la clase pobre y trabajadora que son capturados implacablemente, con farsas al momento de reclutarlos, mientras ellos(los del poder) se divierten con los ricos y privilegiados…a..lo que Bush reciamente se refiere en sus maniobrados, inermes y chistosos discursos de podio, "algunos los llaman la élite, yo los llamo mi base."
Pero de más importancia es, aún cuando el enfoque viene siendo las burradas que hace Bush, es curioso.como.. Moore se las arregla para investigar profundamente, aun más, de lo que Clark, el héroe de guerra manifiesto la primavera pasada. En particular los demócratas se llevan la paliza que se merecen por el desastroso hecho de que ninguno de los senadores ayudó a la asamblea congresista de los negros en la protesta de las elecciones del año 2000.
Moore muy hábilmente es capaz de atar este débil fracaso moral con un sistema criminal aun mas inmoral donde los babosos reclutas van a la caza (no hay otra palabra para describirlo y las imágenes lo demuestran) de personas de tez morenas y chicos pobres para que combatan en la guerra de los ricos. La deshonestidad del partido opositor sale a relucir a pesar de las pocas entrevistas importantes realizadas por congresistas que luchan por la buena lucha como adulador del mundo corporativo que es, muy adicto a las campañas de recolección de dinero para así oponerse de forma efectiva a la marcha a la guerra del presidente. La guerra es, buena para el comercio y nociva para el pueblo, como un potencial especulador reconoce en la película.
Enfurecida y avergonzada (ojalá), la audiencia en la película de Moore podría ciertamente alzarse si aprovechan la oportunidad, deshaciéndose de toda la melodía de mierda que dice "estamos atascados en Irak" junto con el pretencioso argumento que vendió los crímenes de guerra disfrazados como la liberación. La reacción de un amigo mío fue simple y concisa, "esto me hace enojar. Debí haber sido más agresivo con la gente del supermercado o con la gente de mi antiguo trabajo. Sabes, la gente se siente ahogada."
¿Será ya muy tarde para voltear la creciente oleada de ignorancia y el resurgimiento del fascismo? Por el bien de la humanidad debemos esperar que no sea así.
© 2003 Daniel Patrick Welch. Concedido el permiso para su reproducción.
Traducido por Yvette Arcelay
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Welch vive y escribe en Salem, Massachusetts, EE.UU., con su esposa Julia Nambalirwa-Lugudde. Juntos administran
The Greenhouse
School. Sus artículos anteriores están a disposición en la Internet y se le facilitará un índice con sólo pedirlo. El autor se ha presentado por radio
(la entrevista se puede escuchar
aqui) y sus columnas también se han difundido: los interesados en retransmitir el audio deberán comunicarse con el autor. Algunas columnas están a disposición en español o francés y hay otras traducciones pendientes (se acepta ayuda para otras lenguas). Welch habla varios idiomas y hace grabaciones en francés, alemán, ruso y español o entrevistas en la lengua meta por teléfono.
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