Daniel Patrick Welch - click to return to home page


    English versions 
Arabic versions - Saudi Arabia Catalan versions Croatian versions Czech versions Danish versions Nederlandse versies Finnish versions Versions Françaises Galician versions German versions Greek versions Indonesian articles Le versioni Italiane Japanese versions Urdu versions - Pakistan Polish versions Portuguese articles Romanian versions Russian versions Serbian articles Las versiones Españolas Ukrainian versions Turkish versions

 

 

 

El lado equivocado de la historia

(2/04)

Nos mintieron. Estamos acostumbrados. Si consideramos los cuerpos de Westmoreland y si Watergate e y el asunto Irán-Contra y la crisis de ahorros y créditos y la primera Guerra del Golfo no nos enseñaron algo, entonces, supongo que alguno de nosotros no tiene interés en aprender. El hecho es que a alguno de nosotros nos engañaron y a otros, no. Es una distinción grande, manifiesta e importante, una que, sin exagerar, divide la historia completa y nos coloca en un lado o en otro.

Esto no es política de salón o desacuerdos cordiales y señoriales con nuestros colegas “del otro lado del pasillo”. Es una larga y vieja lucha: llámala revolución y contrarevolución, progreso y reacción, lo que quieras. Pero quienes nos congelamos hasta los huesos mientras éramos conducidos como ganado por la Third Avenue en Manhatan hace un año no fuimos “engañados”. Nosotros y los diez millones que nos acompañaron con marchas en otras partes del mundo el 15 de febrero, nos reusamos a ser engañados, en realidad nos reusamos a dejarnos dominar por todos los mentirosos y sus psicópatas que acordaron y vendieron esta guerra. El mundo, se puede decir con seguridad, debido a la actual y abrumadora hostilidad hacia los Estados Unidos, no fue engañado. La propia historia no se dejó engañar, solo fue desviada por un poder cuya “fuerza“ militar extendida va en contra de toda necesidad o excusa racional.

El mundo está esperando, también, ver en que lado de la historia post-Bush Estados Unidos se decidirá ubicarse. ¿Abandonará su concentración militar insana y se desprenderá de sus proyectos de dominación mundial? La pregunta tiene un peso enorme en el futuro de nuestros hijos. Ya que realmente parece que, a pesar de su tenaz estadía en el poder y sus recursos casi ilimitados, desde un primer momento los electores de Bush no le concedieron el mandato. Todo este asunto de la “electabilidad”, como si fuera un postulado científico que pudiese contener un significado cocreto, todo este asunto simplemente confirma el derrotismo. ¡Bush, el poderoso, no puede ser asesinado!. ¿Porqué no? El es un criminal y un mentiroso quien, en una sociedad decente, ya hubiese sido destituido hace mucho tiempo.

La pregunta es, ¿qué reemplazará la junta Bush? Es una pregunta muy amplia, que, dado las iniciativas que el mundo a tomado en sus manos en los últimos años, debería ser muy importante. Digamos que esto es parecido a la reconstrucción de Europa o al final de la guerra fría. En esa época se vivió una situación similar, cuando nos referimos al “Dividendo para la Paz”. Pero fue manejada por hombres con pequeñas manos y palmas codiciosas, y la Orden del Nuevo Mundo se ocupó, en cambio, de más guerras, y el dominio global de un puñado pequeño de empresas gigantes recorrieron el mundo, buscando hasta en el último bolsillo la oportunidad de exprimir dinero en efectivo.

Ahora nos enfrentamos con una elección similar y yo sugiero que se la enconmendemos a un gobierno cuyo espectro sea tan amplio como lo requiere esta época. John Kerry, desafortunadamente, no cumple los requisitos, a pesar de su ascenso meteórico hacia la condición de favorito desde la reunión del Comité Central en Iowa. El no me disgusta, he votado por él en contra de los republicanos cuando me pareció que fue lo correcto, e imagino que lo podría volver a hacer si la alternativa fuera una extensión de la Máquina Destructiva Bush. Pero yo no quiero que él sea mi presidente, y hasta que no tenga otra opción, me opondré a su ascenso hacia la cima de la campaña anti Bush. Un taductor amigo mío de Brasil, quién me ha regañado por concentrarme estrictamente en las elecciones norteamericanas recientes, dijo esto: “El mundo no necesita saber cómo o si el presidente será elegido. Lo que el mundo quiere saber es cómo Bush o la falta de Bush afectará nuestras vidas. ¡Piensa en eso!”.

Es decir, no se trata, desgracidamente, sólo de republicanos versus demócratas. Ambos partidos han sido cómplices de la enorme expansión de la maquinaria industrial militar sobre la cual el famoso republicano, General / Presidente Eisenhower, nos advirtió firmemente antes de terminar su mandato. Cuando se llega a un punto crítico, necesitamos personas en el gobierno que ignoren la conveniencia y hagan lo que sus corazones y sus razonamientos le indiquen que es correcto. Esto se interpreta principalmente en la desintegración del pensamiento independiente en Estados Unidos, en la consolidación de los medios de comunicación corporativos, en la enorme presión y los recursos controlados por el ala derecha en este país.

Hay un reloj interno, uno que dá la hora a pesar de la aparente vibración de la historia y de los tambores de guerra. Algunas personas tiene uno, otras no. Culpo a Kerry en este aspecto. No lo estoy golpeando, así que por favor no me mandes un e-mail lleno de odio. No soy capaz de hacer caer las elecciones al resaltar defectos tan obvios. Sin embargo, el senador Kelly y el sistema democrático bien lo podrían hacer al pasar esto por alto.

Con respecto a la guerra de Iraq, estoy bastante seguro que nunca podré olvidar, ni tampoco perdonar, un voto a favor de la declaración de guerra. No se trata sólo de orgullo o de mi cuerpo congelado, sino de una verdad más profunda acerca de liderazgo y confianza. Si realmente Kelly fue engañado, entonces dejó pasar algo que la mayoría del mundo no, y por lo tanto no es apto para conducir un momento tan importante de la historia. Asusta bastante el hecho de que se pone como excusa que tal voto se pudo haber basado en información secreta acerca de la cual el mundo no estaba enterado, lo que implica que conserva una tendencia al gobierno secreto y deja sin sentido el concepto de representación asumido por el pueblo. Tampoco estoy a favor de una explicación racional para apoyar una decisión que costó la pérdida de decenas de miles de vidas y el destrozo de algunos de los vestigios restantes de la cooperación internacional. Pero creo que lo que más asusta sería si él supiese que esto está mal, aún al haber votado a favor, y con la buena voluntad de entrar en el juego para ser un buen soldado. 

Esto, así lo creo yo, es la situación más probable, y encaja muy bien con algunas otras instancias donde la convicción sucumbe a la conveniencia. Mucho se ha dicho sobre la situación de Kerry tanto como un héroe de guerra así también como un manifestante contra la guerra. Esta incongruencia no es en vano, realmente parece que estos lados son contradictorios en varios aspectos. Y en una inspección más aguda, la disonancia se vuelve aparente. Poco después del voto de Kerry por la guerra de Irak, Brian Willson, un ex-partidario y veterano de Vietnam escribió una mordaz “Carta abierta a John Kerry” la cual es tan conmovedora como triste. Willson escribe:

El primer indicio de un estilo carente de compromiso fue cuando, durante tu primera campaña por el senado, te rehusaste a entregar tus medallas de guerra, en protesta por la guerra durante la acción Dewey Canyon III, junto con miles de veteranos. Esto fue un poco sorpredente, ya que para la mayoría de los veteranos que entregaron las medallas en esa emocionante ceremonia, el viernes 23 de abril de 1971, fue un momento lleno de orgullo y de conciliación. Tu habías entregado las medallas de un compañero de la Segunda Guerra Mundial como te lo había pedido. Durante estos trece años todos pensaron que habías tenido el coraje y la iniciativa de entregar medallas que, para los veteranos que las habían entregado, representaban medallas de deshonor manchadas con sangre de vietnamitas inocentes que no merecían morir por una mentira, como así tampoco nuestros compañeros norteamericanos. Supongo que sabías esto cuando estabas en campaña electoral. 

Asimismo, más recientemente, más allá del capítulo vergonzoso que fue Vietnam, surge el tema de matrimonios entre homosexuales. No soy homosexual (aunque no, citando a Jerry Seinfield: “haya algo de malo en eso”). Sin embargo, tengo un matrimonio interracial y el tema tiene una resonancia personal para mí. Aún hay personas en este país que no están preparados para matrimonios iterraciales. Mi propio matrimonio sería inválido, y en realidad ilegal, si no hubiese sido por los líderes anteriores que decidieron que mis derechos civiles no necesitan esperar que una mayoría esté “lista” para reconocerlos.

Nadie está “ejerciendo presión sobre el matrimonio entre homosexuales”, salvo, tal vez, aquellas parejas que están listas para comprometerse el uno con el otro. Un verdadero líder no permite que este tema sea encuadrado así por el derecho. Los tribunales no han sido secuestrados por “jueces activistas” (salvo quienes instalaron a ese Asno-en-Jefe en el Salón Oval). Los juristas se están moviendo simplemente hacia un momento inevitale e histórico: un derecho civil que privilegia a un grupo no se le puede negar a otro, no importa cuán incómodo haga sentir a muchos. Los líderes que “buscan el centro” sobre ausuntos correctos e incorrectos para lograr ventaja electoral no son agentes de cambio.

El matrimonio religioso no está reconocido en este país, y cualquier pastor, sacerdote, rabino o juez de paz debe obtener una licencia civil para tener derecho a actuar como funcionario estatal. Esta es exactamente la razón por la cual este tema se ubica como un nexo de la lucha para derrotar a las fuerzas reaccionarias en los Estados Unidos. El adecuado encuadre del tema es correcto antes nuestros ojos, el ala derecha sabe que debe sostener la idea –piensa en esto por un momento- de una enmienda constitucional para prohibir la extensión de este derecho a un cierto grupo. Este es un concepto indignante y debería ser tratado de frente. La mayoría de las personas en Estados Unidos tienen actualmente familiares, amigos, conocidos o compañeros de trabajo que son homosexuales, hablando de “listos”. No cero que los norteamericanos estén listos para modificar el Derecho Común del País para llevar a cabo una intolerable persecución de brujas que harían que Anita Bryant se sienta orgullosa.

Los denominados “cazadores de perros” de Kerry han estado principalmente ocupados en cubrir este costado derecho, siempre asumiendo que la izquierda era inmune al ataque. Pero estas posiciones representan un tendencia hacia la derecha, las cuales serán reprimidas en el momento en que tal tendencia no solo sea inaceptable sino también innecesaria. Volviendo a la analogía interracial, no hay nada mejor para ablandar el corazón de un viejo blanco recalcitrante y racista que el rostro marrón de un nieto mestizo. Tengo un indicador político similar: cuando Homero Simpson puede considerar en un programa televisivo de hora pico si su beso homosexual o un beso de su mujer “es el mejor beso que me han dado en todo el día”. Apuesto que Estados Unidos no está listo para devolver el genio a la botella, o al armario, como sea.

De hecho, pienso que los norteamericanos están listos para mucho más de lo qué se nos dá crédito. La experiencia de los últimos años ha sacudido verdaderamente la consciencia de la gente. Amplios sectores de la población son cada vez más cautelosos con una prensa que distorciona y adula, y exigen cada vez más una reforma del sistema de salud, y no solamente un mayor aumento de la “segurocracia”. Incluso algunas encuentas han demostrado que un gran número de personas respaldan cuestiones elementales para una agenda progresiva. En una ironía que haría a un candidato llorar, una reunión del comité central en Washington ratifcó los diez puntos de la plataforma Dennis Kucinich, al darle dos tercios de sus delegados a los otros candidatos. El mundo está lleno de políticos cautelosos, bien peinados y que se parecen al muñeco Ken que buscan una buena oportunidad. La precaución y la timidez , como es de esperar, cosecharán lo que lograron hasta ahora: un estancamiento sofocado peleado en el ala derecha del territorio, y perdido, o a veces no, donde las dos partes del partido gigantesco discuten los votos de la clase media blanca. Lo que necesitamos es una firme determinación en la cara del poder que haga real los cambios posibles. Lo lograremos a través de una elección que electrifique un movimiento con una amplia visión de cambio verdadero y saque a los republicanos del poder .

© 2003 Daniel Patrick Welch. Concedido el permiso para su reproducción.
Traducido por Verónica Scarpa

^  Top  ^


Welch vive y escribe en Salem, Massachusetts, EE.UU., con su esposa Julia Nambalirwa-Lugudde. Juntos administran The Greenhouse School. Sus artículos anteriores están a disposición en la Internet y se le facilitará un índice con sólo pedirlo. El autor se ha presentado por radio (la entrevista se puede escuchar aqui) y sus columnas también se han difundido: los interesados en retransmitir el audio deberán comunicarse con el autor. Algunas columnas están a disposición en español o francés y hay otras traducciones pendientes (se acepta ayuda para otras lenguas). Welch habla varios idiomas y hace grabaciones en francés, alemán, ruso y español o entrevistas en la lengua meta por teléfono.