Quedarse en la cama

Daniel Patrick Welch

(10/03)

California se despertó una mañana y se encontró gobernada por una cucaracha gigante. Es oficial: estamos viviendo dentro de una novela kafkiana, aunque ni siquiera Kafka podría haber predecido los acontecimientos que nos iban a llevar a este punto. Para ser justos, Schwarzenegger no es un superviolento, frío, misógino y un robot monosilábico. Ése es su papel en la pantalla. Realmente, es… Todos sabemos quién es ya.

Lo preocupante es que la gente de California también lo sabía. Según las encuestas, había indicios de que estaba perdiendo apoyo, después de las revelaciones de la semana pasada. Los sondeos no son muy fiables, desde luego, pero, en el caso de que fueran ciertos, las elecciones se produjeron justo a tiempo. Los republicanos se han aficionado a recolectar este tipo de oportunidades y a exprimirles el jugo bien.

Lo que tenemos que recordar es que las cosas están mucho peor a nivel nacional. No estoy seguro de si, al levantarnos, lo que ha ocurrido en California nos va a hacer las cosas más fáciles o más difíciles; mientras que criminales de guerra sigan escondidos alrededor de la Casa Blanca, y los crímenes contra la humanidad sigan cometiéndose en nuestro nombre. Un perro arrinconado puede ser peligroso, pero conviene tener en cuenta que todo se les está desmoronando. Cualquier punto pseudoálgido, emanado de la elevación de la testosterona de Arnold, no tiene comparación con la subida que tuvieron al mentir para empezar la guerra y durante la tragedia de los ataques del 11 de septiembre.

Mientras tengamos un sistema político adolescente, que se basa en personalidades individuales, nunca estaremos inmunizados ante esos estallidos de estupidez masiva. Los cambios son necesarios para refrenar la manipulación que el dinero y los medios de comunicación pueden comprar, así como para volver a enfocar la política que hacen nuestros políticos: para buscar programas y soluciones que beneficien a la inmensa mayoría de la gente. ¡Qué idea tan original! 

Admito que hoy me parece que nos hemos pasado, incluso si ignoramos California. Los dirigentes están descontrolados y ahora también aterrorizados, desesperados; se han vuelto mezquinos y vengativos. No lo digo con alegría - contradiciendo a Martha Stewart - no es nada bueno. Son jugadores auténticos, se la juegan con nuestro dinero, nuestra reputación y nuestro futuro. No tienen problemas en meterse en Siria, si al tirar el dado no les ha salido Iraq, Afganistán o cualquier otro sitio.

No, no tenemos derecho a quedarnos en la cama. Incluso si la vieja canción nos dice la verdad: que el problema de la democracia es que a todos nos toca lo que la mayoría se merece. Nos hemos encontrado con las cosas hechas. Hay demasiado por hacer o, en el caso de este gobierno irracional, demasiado que evitar que hagan. Los americanos necesitan abrir los ojos y tomar conciencia del daño que se hace en nuestro nombre. El mundo se está enroscando sobre sí mismo, asustado e impresionado, hoy por la mañana. El hecho de que la gente corriente pueda haber votado para vivir esta pesadilla es lo más difícil de entender para los extranjeros. Pero es fundamental recordar que casi siempre votamos desde el vacío. Si realmente pudiéramos, los americanos podríamos elegir adecuadamente algún día. Levántate, se te está haciendo tarde para ir al trabajo.

© 2003 Daniel Patrick Welch. Concedido el permiso para su reproducción. 
Traducido por  Aurea Lopez

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Welch vive y escribe en Salem, Massachussets, EE.UU., con su esposa Julia Nambalirwa-Lugudde. Juntos administran The Greenhouse School. Sus artículos anteriores están a disposición en la Internet y se le facilitará un índice con solo pedirlo. El autor se ha presentado por radio (la entrevista se puede escuchar aquí) y sus columnas también se han difundido: los interesados en retransmitir el audio deberán comunicarse con el autor. Algunas columnas están a disposición en español o francés y hay otras traducciones pendientes (se acepta ayuda para otras lenguas). Welch habla varios idiomas y hace grabaciones en francés, alemán, ruso y español o entrevistas en la lengua meta por teléfono.