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Aun locos

Daniel Patrick Welch

(7/03)

Después de tantos años aún impresiona como los estadounidenses podemos seguir tan desconectados de los eventos mundiales en los que jugamos un papel tan importante. Utilizo el termino “eventos mundiales”en términos generales, ya que parece que los Estados Unidos han perdido incluso su históricamente escaso contacto con la realidad del resto del mundo. Seguimos llamando a nuestros campeonatos de baseball “Series Mundiales”, ajenos a lo curioso e ingenuo- cuando no arrogante y egocéntrico- que le ha parecido siempre al resto del mundo. Este ha sido el sello del papel de los estadounidenses en el resto del mundo, una curiosa mezcla de omnipresencia junto con una casi total ignorancia.

Pero esta encantadora e inocente actitud se ha gastado. Los inocentes no suelen desbancar a sus líderes electos para instalar a sus propias marionetas- y su encanto, si alguna vez lo tuvieron ha desaparecido. La estupidez nacional todavía persiste, facilitada por aquellos en el sistema de prensa estadounidense adicto a los titulares, para el detrimento de la reputación estadounidense en el mundo. Consideren estas recientes perlas de la prensa acerca de la masacre en el distrito de Mansur en Bagdad: “Oh, tan cerca”, titulaban media docena de tabloides. Tan cerca de qué exactamente. ¿Genocidio? ¿Un tribunal por crímenes de guerra?

No. La referencia al chapucero ataque en una casa donde Saddam “podría haber estado escondido” fue lo más cerca que nuestros libertadores estuvieron de atrapar a La Bestia. La prensa se ha entregado de tal forma a la propaganda del Pentágono que ni si quiera pueden ver las señales de alerta donde deberían. Antes de que la monotonía se asentara, agudice el oído ante la tediosa repetición de la obviamente instaurada línea del partido de cómo las fuerzas estadounidenses habían atrapado en 24 horas el destacamento de seguridad de Saddam “y posiblemente al depuesto dictador.”

¡Imaginen mi emoción! ¡Casi! ¡Tan cerca! Cómo de tonto hay que ser para deducir correctamente que en el patológicamente deshonesto código del peor gobierno en la historia, una frase tan débil como “y posiblemente” debe traducirse por “definitivamente no”. Casi, hemos aprendido, solo cuenta en las herraduras y armas de destrucción masiva.

Aparte de las letras de Paul Simmon, la otra referencia que sale del archivo de mi subconsciente es la memoria de Winston Smith, el hombre de la calle de Orwell en “1984”, sentado y jugando al ajedrez mientras escuchaba las emisiones de cómo Gran Hermano derrotaría inteligentemente al enemigo. El paralelismo es escalofriante, y hace que me pregunte que clase de infierno personal se supone que debemos atravesar antes de que todos finalmente amemos a Gran Hermano.

¿Cómo de tontos se creen que somos? La pregunta casi chirría en nuestras mentes. Al parecer, exactamente tan tontos como hemos probado serlo después de todos estos años. El Godstein de Orwell exponía que aquel que controla el presente controla el pasado, y aquel que controla el pasado controla el futuro. Por supuesto “1984” era, al menos en parte ficción, un producto de la fértil y comunista imaginación de Orwell. Nunca llegamos a ver el otro lado de la historia en que Winston trama un increíble triunfo de Gran Hermano.

En esta realidad, al menos por ahora, tenemos conocimiento del resto de la historia. Tenemos acceso a la información desde el frente de la masacre que se revela bajo el nombre de este chapucero ataque. Robert Fisk del The Independent toma una línea distinta al repetidísimo cuento: Las tropas convierten un chapucero ataque en una masacre. “Al menos un automóvil con civiles fue incendiado, incinerando a sus ocupantes”. Un civil fue llevado al hospital de Yarmouk “con los sesos saliéndosele de la cabeza” Bueno, habría comentado Emily Latilla antes de incluir su sello “no importa”. “Eso es muy distinto”

Sin embargo el cuento “del que consiguió escapar” es más fascinante para nuestra narrativa auto engañada que la verdad, y mucho más fácil de digerir. Pero nadie necesita a un medico que le diga que algo que sabe bien no significa que sea sano. De la misma forma, los estadounidenses deberían seguir cuidadosamente como esta historia envenenada fue engañosamente edulcorada en un posible triunfo, especialmente, cuando bajo la guinda del pastel se encuentra un autentico desastre.

La apariencia, nuestra aparentemente interminable capacidad para seguir siendo estúpidos después de todos estos años, permite a nuestros gobiernos salirse con la suya. Nos permite ignorar las raíces del odio y desconfianza en la zona, desde que la CIA desbancó al presidente electo, pero inaceptablemente socialista, del gobierno de Mohamad Mossadegh en 1953. También se ha olvidado como los Estados Unidos instauraron el brutal régimen del Shah y sus incansables esfuerzos para apoyar a gobiernos represores en el Golfo, incluyendo al mismo Saddam. Aquel que controla el pasado…

Pero por supuesto, Goldstein choca con Santayana en un punto inevitable. Parecemos condenados a repetir el mismo círculo vicioso que Occupacion 101. El lenguaje de la conquista imperialista es siempre el mismo: liberación, civilización, democratización…. Todos conceptos de auto ensalzamiento para la familia de la victima con “los sesos saliéndosele de la cabeza”. El gen de la estupidez ha sido heredado a partes iguales por los principales partidos políticos a través de los años, a pesar de la actual mutación en autentico monstruo. Sin embargo, una de las voces más racionales viene del candidato demócrata a la presidencia Dennos Kucinich, que sugiere la retirada de las tropas estadounidenses, traspasando la reconstrucción y contratación a las Naciones Unidas, y haciendo pagar al gobierno por la reconstrucción que sus bombardeos han hecho necesaria. La fortuna personal de Cheney debería cubrir una parte de ella. Un buen consejo que no va a ser escuchado- las letras de Simmon dan paso a las de Pete Seeger, en el triste, casi fúnebre estribillo “Where have all the flowers gone?” (¿A dónde se han ido las flores?) Canción que escribió tras su acusación por la Comisión de Actividades Antiamericanas en 1955. “When will we ever learn/ oh when will we ever learn?” (Cuándo aprenderemos / oh ¿cuando aprenderemos?).

Still crazy, por Daniel Patrick Welch 2003. Concedido el permiso para su reproducción.
Traducido por Susana González Tuya

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Welch vive y escribe en Salem, Massachusetts, EE.UU., con su esposa Julia Nambalirwa-Lugudde. Juntos administran The Greenhouse School. Sus artículos anteriores están a disposición en la Internet y se le facilitará un índice con sólo pedirlo. El autor se ha presentado por radio (la entrevista se puede escuchar aqui) y sus columnas también se han difundido: los interesados en retransmitir el audio deberán comunicarse con el autor. Algunas columnas están a disposición en español o francés y hay otras traducciones pendientes (se acepta ayuda para otras lenguas). Welch habla varios idiomas y hace grabaciones en francés, alemán, ruso y español o entrevistas en la lengua meta por teléfono.